domingo, 6 de marzo de 2011

VIDA DESPUES DE LA VIDA

¿Y si la muerte no es el final?


Cartel de "Hereafter", la última película de Clint Eastwood.
En los 42 años que llevo investigando el tema ovni y la Parapsicología. Uno de los aspectos que más me han intrigado ha sido el de la posibilidad de la Reencarnación y el de las experiencias extracorporales.
Hoy en el mundo.es me encuentro con esta noticia del experimento de varios hospitales y me he permitido subirlo para compartirlo.
Desde 2008, el investigador San Parnia está llevando a cabo un curioso proyecto llamado Aware, (Human Consciousness Project),del que se está volviendo a hablar tras el estreno de Hereafter ('Más allá de la vida'), una de las peores películas de Clint Eastwood. El objetivo es comprobar la existencia de las llamadas experiencias cercanas a la muerte (ECM). Son esas cosas que pasan cuando te dicen que la solución a la crisis es conducir a 110 km/h. Ves pasar la historia de tu vida ante tus ojos como en cinexin, luego una luz al final de un túnel y unos seres queridos (el que los tenga) que le animan a irse con ellos a un lugar menos malo.
Más de 20 hospitales de distintos países colaboran en este estudio, cuyos resultados se sabrán a final de año. Se trata de esconder imágenes de símbolos en lugares que solo puedan ser vistos desde arriba (por ejemplo, sobre un armario). Dado que los que sufren ECM siempre dicen sentir cómo su cuerpo se eleva, si al volver a la vida son capaces de identificar el símbolo correcto podría ser una prueba a su favor.
Parnia duda de que las ECMs sean reales. No es la primera vez que se intenta algo parecido, pero parece que esta vez el experimento tiene más garantías. Aun así, esta semana Robert T. Carrol, en su indispensable Skepdic.com, mostró cierto recelo sobre el diseño de la prueba y los procedimientos de control. Eso no es bueno.
¿Cómo asegurarse de que nadie, ni los que lo tienen que poner, verán el signo antes de tiempo? Basta subirse a una silla o usar un espejo. Si a eso luego se le añaden preguntas posteriores tipo “¿era de tal forma el objeto?” el resultado está servido.
La explicación más común para las ECMs es la falta de oxígeno en el cerebro. A eso puede sumarse, por ejemplo, que durante una operación no estemos 100% dormidos y oigamos algo que luego nuestra mente reconstruye. Misterio, lo que se dice misterio, no hay mucho. Yo me conformo con que aparezca el primer caso descrito por un invidente. ¿Sufren sus almas las mismas limitaciones?
Hay más preguntas. ¿Me puede explicar alguien los casos de ECM en los que el sujeto ni siquiera estuvo en riesgo mortal? ¿Y por qué leemos tan poco sobre los casos en los que las ‘almas’ parecen ser hostiles si hasta los estudiosos menos rigurosos reconocen que se dan? Tranquilos, no esperaba respuestas.
Pero antes de creer que nuestro yo se separa del cuerpo y se va a otro sitio en el que el coste de la vida no esté igualándose peligrosamente a sus beneficios, hay que considerar otros aspectos. Por ejemplo, que muchas de las descripciones que hacen los supervivientes no coinciden con la realidad. Si hay un componente alucinatorio o este tipo de alardes de la imaginación, será por algo.
Si asociamos automáticamente la visión de una luz al final de un túnel tras una experiencia traumática a la otra vida es gracias a la obra de Raymond Woody. Fue este psicólogo americano el que acuñó el término ECM en su libro Vida después de la Vida (1975). Sobre su gloriosa biografía remito al libro de Pepe Rodríguez 'Morir es nada'. Cuenta cómo, tras escribir varios best-seller sobre el asunto, rompió con su editorial y se despachó diciendo que todo era mentira. No hace falta que diga que se sigue ganando la vida (y muy bien) con sus libros y charlas sobre el tema.
Las ECMs parecen hablarnos del alma, pero eso no siempre fue así. Cuando Edward J. Ruppelt, el director del famoso 'Libro Azul' (la primera investigación oficial seria sobre ovnis), publicó The Report on Unidentified Flying Objects (1956) describió varios casos en los que los pilotos que perseguían presuntos platillos volantes veían lo mismo que los que dicen haber tenido una ECM. El efecto de la velocidad sobre los pilotos le pareció un explicación suficiente. Nada raro. Actualmente se ha logrado provocarlas estimulando determinadas zonas del cerebro.
Es difícil ponerle un porcentaje, pero algunos estudios sitúan entre 8 y 12% el número de personas que sufre una ECM tras un infarto (un 18% dice recordar algo). Si estos fenómenos son una prueba de que existe el alma será que hay mucho desalmado o que la gente pasa del New Age.
 Hasta la próxima. ¡Salud¡

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